Después de haber visto todos los partidos (alguno más de una
vez), leído la gran mayoría de crónicas y haber dejado pasar un cierto tiempo
de prudencia, estas son algunas de las conclusiones a las que he llegado.
Comenzaré por el CSKA
y como la princesa, a diferencia de lo narrado en el cuento, terminó convirtiéndose
en sapo.
Empezaremos por los Bases y la pregunta del millón: ¿Son Teodosic y A. Jackson del agrado de Messina?.
A mí me parece que no y el haber “recuperado” a T. Papaloukas así lo demuestra.
Ni M. Teodosic ni
A. Jackson se asemejan al prototipo
de Base “Messinista” (inteligente y
disciplinada prolongación del entrenador en la cancha), si Papaloukas, pero por desgracia, a este ya le pasó su momento.
Este CSKA, a
simple vista, parece un equipo construido más para atacar que para defender y
eso, se mire como se mire, no casa con la filosofía del entrenador italiano.
Incluso podríamos afirmar y sin miedo a equivocarnos, que la “pizarra” y rigidez táctica han
terminado ahogando (y en algún caso concreto, matando) al talento y a la
calidad individual.
Ni han sido buenos en ataque, ni han destacado por su
defensa.
Otro tema delicado y que no termino de entender, es, como en
una plantilla tan amplia, la rotación
útil se reducen a 7-8 jugadores.
Y ya para ir terminando con el CSKA, E. Messina.
Sus últimas temporadas no han sido buenas. Su estilo de
juego, sin el sustento de los títulos, es cuestionable y criticable e incluso su método
parece haberse quedado desfasado y obsoleto.
Estamos ante uno de los grandes, ante un entrenador que lo
ha sido todo (como duele ese “lo ha sido”), pero al cual, igual le toca
re-inventarse.
Al Barça, parece
que la temporada (y los partidos) se le está haciendo larga.
La plantilla actual es deficitaria en casi todos los aspectos. Físicamente están
bajo cero, la falta de talento de algunos es alarmante y el rendimiento de
otros, como poco, es sospechoso.
M. Huertas no
termina de romper, P. Mickeal es
insustituible, los actuales C.J y J. Ingles no llegan al mínimo exigible
para jugar en el Barça y lo de Sada
y Lorbek, tras el atraco veraniego, es
de juzgado de guardia.
Navarro y Tomic son muy buenos, de lo mejorcito
de Europa, pero para ganar la Euroliga hace falta algo más.
El equipo, esta temporada, ha perdido su identidad, cuesta
reconocerlo y esto no es bueno.
A diferencia del Barça,
el Madrid si posee un estilo propio
y definido.
Desde el principio han tenido las ideas claras, han sabido a
que querían jugar y en ello han estado hasta las últimas consecuencias… y pese
a la derrota, es de agradecer.
Podríamos hablar de las famosas carencias del juego
interior, incluso buscar culpables en lo individual, pero para mí, el mayor
problema del Madrid en esta F4 ha sido el no saber encontrar el
equilibrio en su juego.
Currantes como Begic,
C. Suárez, Slaughter y D. Draper
son imprescindibles en este equipo. Ellos aportan ese equilibrio táctico que permite
al resto lucir y como quedó de manifiesto en la Final, cuando se perdió ese
equilibrio, se empezó a perder el partido.
El Madrid empezó
muy bien y su propuesta fue perfecta. Correr, atacar, anotar…, pero por
desgracia, no reparó en que los partidos duran 40 minutos.
Los griegos aguantaron como pudieron el primer (y demoledor)
envite y a partir de ahí tocaron a
retreta, se reorganizaron, leyeron mejor el juego (criterio arbitral) y
llevaron el partido a su terreno.
El Madrid pasó del 27 a 10 del primer cuarto a un definitivo
88 a 100. Por tanto, si en tres cuartos te meten 90 puntos es que no defiendes
un carajo y así es imposible ganar y más una Final.
El “estilo” del Madrid
gusta y engancha (yo lo compro), pero aún está por ver si de verdad sirve para
ganar.
En el apartado individual y en este tipo de partidos, Rudy y Llull, pese a quien pese, ni llegan, ni están aún al nivel de los Spanoulis, Navarro o Diamantidis.
Y ya para ir cerrando, el campeón, el Olympiakos.
Cuando uno llega a la F4
con el cartel de “Cenicienta”,
sale como campeón y encima gana los dos partidos con autoridad y solvencia es
porqué es muy bueno y sabe de qué va esto.
La primera sorpresa agradable ha sido G. Bartzokas, un entrenador que poco tiene que ver con el
estereotipo de entrenador griego. Serio, calmado y de conducta exquisita,
controló ambos encuentro con maestría y no se dejó dominar ni por las
sensaciones ni por el marcador. Él marcó las pautas, impuso su ritmo y fue el
claro triunfador de esta Final.
El Olympiakos
funcionó como un verdadero equipo, todos asumieron y aceptaron su rol, remaron
juntos cuando peor pintaban las cosas y a diferencia del Madrid, su segunda unidad sí estuvo a la altura (muy a la altura)
de las circunstancias.
En el banquillo había una alternativa real. Jugadores que
rindieron mucho mejor de lo esperado y en algunos casos, incluso muy por encima
de sus posibilidades. Lo dieron todo y para mí, estos jugadores fueron los que
marcaron la diferencia.
Fueron justos vencedores. Supieron leer mejor los partidos y
desde el minuto uno dio la sensación de que sabían a que querían y a que debían
jugar.
Totalmente de acuerdo en todo.
ResponderEliminarLo del nivel de Sada y Lorbek empieza a resultar patético... Y a Pete Mickeal lo van a echar mucho en falta... Muchísimo.
En cuanto al Madrid, lo que siempre he dicho (tal vez soy un poco cansino), que a mi me faltaría algún referente en el poste bajo; alguien a quién poder meter balones dentro y que domine el juego en los postes... Pero creo que Laso rehuye claramente a eso.
Saludos.
Saludos , Lafura .
ResponderEliminarMis conclusiones van en tu línea :
- Al CSKA le ha faltado entrega .
- Al Madrid le ha faltado oficio .
- Y al Barça plantilla .
Todo esto sin quitarle un ápice de merito a los griegos .