Grandes Maestros: Cesare Rubini, “El Príncipe”.

El pasado 8 de Febrero moría en Milán Cesare Rubini a los 87 años de edad.
Adiós maestro. Y sirvan estas humildes líneas como un pequeño homenaje a tan gran figura.

- Nació el 2 de Noviembre de 1923 en Trieste (Italia).
Alero y entrenador de baloncesto amén de gran jugador de waterpolo.
Como jugador, permaneció en la plantilla del Olimpia de Milán desde 1945 a 1954 y como entrenador, en el mismo club desde 1954 a 1974.
- El palmares, simplemente impresionante.
. Como jugador: Cinco ligas, 1950, 51, 52, 53 y 54.
39 veces internacional y medalla de Plata en el Europeo de Ginebra de 1946.
Medalla de Oro en los juegos Olímpicos de Londres 1948 en Waterpolo.
. Como entrenador: Diez ligas, 1957, 58, 59, 60, 62, 63, 65, 66, 67 y 72.
Una Copa de Europa 1966. Dos Recopas 1971 y 72. Y una Copa de Italia 1972.

Conocido en el mundo del deporte por “El Príncipe”, gracias a su elegancia, exquisitos modales y gran nobleza. Requisitos estos que hicieron de él un mito de este deporte.
Sus primeros escarceos con el deporte de élite fueron con el waterpolo. Modalidad en la que fue olímpico y medalla de oro en Londres´48.
Muy duro físicamente y fortísimo psicológicamente. Cualidades que hicieron de él una figura importante en dos deportes (al mismo tiempo) de gran exigencia como el baloncesto y waterpolo.
No era un jugador talentoso ni mucho menos, pero en carácter e intensidad no le ganaba nadie. Con un poderío físico y una fuerza de voluntad fuera de toda mesura, se convirtió en un “perro de presa”, el defensor más aguerrido del equipo y en el “secante” del jugador rival más determinante.
Listo e inteligente, decidió cambiar la camiseta y el pantalón corto por el traje y la corbata a la temprana edad de 31 años, adelantándose a un ocaso físico que le hubiera lastrado como jugador. Muestra de la gran inteligencia que poseía.

Como entrenador, fue el artífice de aquella Simmenthal de Milán que domino durante dos décadas el baloncesto italiano.
En Milán, todavía hoy se recuerdan esas gestas y se transmiten de generación en generación, lo que demuestra la grandeza y lo que fue C. Rubini para el baloncesto y la sociedad en general en esa Milán de los 60-70.

La Simmenthal de la mano de C. Rubini, no solo era un magnifico equipo deportivo, sino la envidia y modelo a imitar por todos, tanto en lo referente a organización, como a solidez económica y sociedad deportiva.
Como jugador era instintivo, agresivo y luchador, pero como entrenador sufrió una metamorfosis que lo transformó en un tío inteligente, reflexivo y calculador. Un entrenador (como curiosidad diremos que otro grande como S. Gamba, fue su fiel y perenne asistente) que adelantándose a su tiempo, daba tanta importancia a los aspectos psicológicos como a los técnicos.
Gran gestor del factor humano, sus charlas “paternales”, siempre dieron resultados positivos, como recuerdan muchos de los jugadores que actuaron a sus órdenes.
“Siempre tenía la palabra adecuada para el momento justo”, palabras pronunciadas por B. Bradley, y que tan bien le definen, el día de su envestidura en el Hall of Fame de Springfield (primer europeo en recibirlo).
Otro claro ejemplo de esa gran humanidad es un quehacer (que se convirtió en costumbre) por la que todavía hoy se le recuerda.
Cuando los jugadores saltaban a la cancha para comenzar el calentamiento, él se quedaba en el vestuario, dejando todo el protagonismo inicial a sus jugadores. Para posteriormente salir del túnel y recibir un unánime y caluroso recibimiento en forma de aplausos que le acompañaba hasta el banquillo, a lo cual respondía (con un ya mítico y recordado gesto) levantando la mano izquierda antes de sentarse en le banco.

Se retiró de forma activa en 1974, pero no dejó de colaborar con la Federación italiana desempeñando diferentes funciones como responsable del área internacional y director técnico.

Cesare Rubini, “El Principe”, es y será siempre sinónimo de baloncesto.
Descanse en paz maestro.

LaFura37@hotmail.com